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NOTA: Muestra de arte Pupila (Museo de Arte Moderno)

EXPERIENCIA Y VIVENCIA EN LA PERCEPCIÓN SENSORIAL 
Abordajes para el análisis de la muestra Pupila de Eduardo Basualdo

En el presente trabajo analizaremos la idea de modernidad planteada por Walter Benjamin a partir de la muestra Pupila de Eduardo Basualdo, exhibida actualmente en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, con el objetivo de pensar cómo se constituye la percepción sensorial tanto en la producción artística como en la visión del espectador. Asimismo, desarrollaremos algunos conceptos fundamentales para el análisis de los distintos elementos que componen la muestra y, de este modo, dar cuenta las formas en las que operan sobre la realidad, entendiendo esta como una construcción que permite la articulación entre procesos inconscientes que emergen del plano de lo real.

Es pertinente, en una primera instancia, plantear las propuestas de Walter Benjamin con respecto a dos modos posibles de concebir la modernidad: por un lado, aparece una mirada favorable sobre los nuevos dispositivos que permiten la emancipación y democratización de la cultura y por el otro, problematiza el empobrecimiento y la alienación sensorial que influyen sobre la experiencia. Tomando esta última postura, Benjamin (2002), en el capítulo “Sobre algunos temas de Baudelaire”, hace una distinción entre información y narración, y postula que esta última es la forma más antigua de acceder a la comunicación y por ende es la herramienta capaz de transmitir la experiencia a través de distintas huellas, a diferencia de la información que transmite lo “puro en-sí” de la vivencia (p. 113). La muestra Pupila, al igual que este concepto de modernidad, es homogénea. Contiene fragmentos de estas dos concepciones. Cristaliza partes de experiencia y vivencia al mismo tiempo en donde el espectador debe buscar (y en el mejor de los casos encontrar algo) entre esa ambivalencia. A continuación, pensaremos bajo qué tratamientos moldean ambas ideas la obra de Basualdo.

En Pupila hay un trabajo fuertemente narrativo desde lo ficcional. El tratamiento secuencial de los dibujos comienza con una casa amenazada por una piedra gigante y se desborda en una masa amorfa que simula ser ese mismo elemento ilustrado pero puesto en escena, como si fuera un desplazamiento casi teatralizado. La narración, en este caso, excluye el uso de la palabra escrita y atrae otros elementos que componen la experiencia narrativa. Parece que solo es una muestra tradicional de dibujos, pero a medida que el espectador transita sobre cada obra esa noción se deforma. Es así que las imágenes operan en un plano simbólico, aunque también están estimuladas dentro de un espacio físico. Figuran dibujos hechos en lápiz, tinta y carbón, así como también ruidos que simulan golpes en una puerta, distintos tamaños y disposiciones de los espacios que conforman un recorrido laberíntico, hilos que unen paredes, una puerta en un espacio vacío con números marcados. En lugar de cédulas que refieran a las distintas obras desde lo individual, hay una concepción de la obra como una experiencia total. Esto propone un recorrido activo por parte del espectador, una atención particular, una forma de habitar el espacio. En un principio, la gran masa negra que aparece en la segunda parte de la exhibición es solamente eso: una gran masa negra. A medida que el espectador circula las imágenes van emergiendo, los cuerpos que conforman esa masa van tomando forma. El artista explicó que moldear esos cuerpos fue un trabajo entre la relación de los performers, el papel como material principal y la propuesta improvisada de ese mismo momento: “La imagen aparece a medida que la vas tocando”[1]. El cuerpo es entonces un objeto de producción artística pero también una propuesta de expectación. Esta operación implica un esfuerzo: las imágenes aparecen para el espectador —así como aparecieron para el artista— cuando su cuerpo colabora con la obra, cuando se mueve alrededor de ella, cuando tensiona los sentidos.

Asimismo, la muestra propone ideas que forman parte de la memoria, la vida cotidiana y el inconsciente colectivo. La ansiedad, la depresión, el caos externo, el desorden mental son algunas de las temáticas que condensan la idea que se percibe sobre las metáforas que atraviesa la obra. Según Benjamin, Charles Baudelaire es el autor por excelencia que retrata la vida del mundo moderno. En el poema “El abismo” extrae materiales propios de la modernidad y condensa la sensación de que todo esto acompaña el movimiento de las multitudes: “Pascal tenía su abismo, que se movía con él (…) /. Arriba, abajo, en todas partes, lo profundo, lo inhóspito, /el silencio, el espacio horroroso y cautivador”. Mark Fisher (2016) señala que la patologización es un problema que pertenece al orden público dado que “al privatizar los problemas de la salud mental y tratarlos solo como si los causaran los desbarajustes químicos en la neurología del individuo o los conflictos de su contexto familiar, queda fuera de discusión cualquier esbozo sistémico” (p. 23). En Pupila, la experiencia es colectiva. Los vestigios de lo real, en términos lacanianos, sobre los procesos inconscientes de lo traumático, lo indescriptible y lo indescifrable dejan entreverse en la realidad material. Eduardo Basualdo señala que el punto inicial para la creación de su propia casa como primer dibujo fue la referencia de la casa amenazada de El Eternauta. Esa amenaza es a su vez parte de una obra anterior que se veía exactamente de esa forma: una masa negra suspendida en el aire, pero debajo no había nada. La aparición de la casa deviene en otro sentido perceptivo, hay algo o alguien que está ahí para recibir esa amenaza. La piedra gigante es el objeto visible que intenta traducir lo indecible, una sinécdoque que atraviesa las barreras de la realidad. Ubicar las significancias que desprende la obra con respecto a problemáticas públicas supone la idea de una multitud atravesada por una experiencia similar. Sin embargo, como hemos mencionado anteriormente, en Pupila se produce una vacilación con respecto a la experiencia y la vivencia ya que la multitud además está puesta como un constructo individual. Si bien Fisher señala que los problemas de salud mental delimitan un síntoma sobre un tiempo "La casa amenazada" que refiere Eduardo Basualdo sobre la histórico particular que atañe a todos los individuos de manera colectiva, Basualdo plantea un recorrido individual por las diferentes instalaciones. Hay atajos, recovecos, puertas y caminos angostos por los que el espectador debe pasar solo. El artista explicó en la charla para el Museo de Arte Moderno que le hubiera gustado que los espacios fueran incluso más acotados para que haya una acentuación aún mayor sobre la vivencia individual.
Pensar en la vivencia individual que propone la modernidad es pensar en un estado psíquico traumático. La multitud planteada como una forma de experiencia pública se ve contrapuesta con la idea de “multitud, soledades: términos iguales e intercambiables”[2]. La gran masa de cuerpos supone una individualidad: “No se trata de ninguna clase, de ningún colectivo, cualquiera que sea su estructura. No se trata de otra cosa sino de la amorfa multitud de los transeúntes, del público de la calle” (Benjamin, 2002, p. 120). Podemos preguntarnos, entonces, ¿cómo trabaja Pupila la vivencia sobre esa multitud individual?, ¿qué elementos aparecen?, ¿de qué formas? El ojo representado en la serie de dibujos lleva a la cavidad de la cabeza, los cráneos se expanden y se dejan invadir. La pupila domina el espacio de las ilustraciones. La pupila es, en términos del relato, el personaje que guía, una especie de protagonista que se amalgama con los otros elementos: pupilas duplicadas, rostros, habitaciones, formas, cuerpos y siluetas. Susan Buck-Morss plantea que “el sistema nervioso no está contenido dentro de los límites del cuerpo. El circuito que va de la percepción sensorial a la respuesta motora comienza y termina en el mundo” (2005, p. 182). En Pupila podemos percibir este procedimiento. La pupila está conectada con lo externo mediante ese objeto que amenaza a la casa, y a su vez está dentro del cuerpo, está en la cabeza, pero también en el útero, finalmente, se desborda en el espacio físico, sale y vuelve a entrar. Todo es un circuito infinito que conecta el adentro y el afuera simultáneamente. Si bien este circuito se corresponde con la experiencia en el sentido de una mediación narrativa y mnémica entre sujeto y objeto, la pupila conduce hacia eso otro que propone la muestra, un espacio que sorprende por su magnitud, por lo inesperado del efecto shock. La multitud está representada como una masa negra de papel que tiene la característica de absorber la luz y que ocupa toda la sala. En términos de Benjamin podríamos pensar que ese material opaco traduce los cuerpos sumidos en la modernidad traumática, y construye ciertas formas de percepción y de vinculación con el entorno. Esto se relaciona con la noción de fantasmagoría o tecnoestética que plantea Buck-Morss asociada a comienzos del siglo XIX con las puestas en escena que creaban una ilusión óptica, una experiencia que engañaba los sentidos por medio de una manipulación técnica. A través de la estética —entendida esta como la experiencia sensorial de la percepción y como aquella que nace como discurso del cuerpo— hay un control espacial, ambiental y estimulante. Este estímulo fantasmagórico distrae la conciencia y altera los órganos sensoriales de una manera más colectiva que individual dado que “todos ven el mismo mundo alterado, experimentan el mismo ambiente total” (2005, p. 197). La amenaza ya no solo está fija en esa masa negra que invade el espacio de la casa, sino que también se desplaza hacia la forma de los cuerpos: para el espectador esos cuerpos de papel se convierten en una amenaza que invade su percepción.

El shock es la esencia de la experiencia moderna, esta comprensión benjaminiana es neurológica porque habla de cómo nos relacionamos con el mundo circundante (Buck-Morss, 2005, p. 187); y si bien implica una manipulación del sistema sinéstesico de manera colectiva, hay un trabajo con la vivencia en relación al sensacionalismo en cuanto a la transmisión de información. Pupila produce, en la segunda parte de la muestra, una manera intensa de desborde y amplitud tanto en el espacio como en la masa negra. Lo percibido domina la percepción, los estímulos están por encima del esquema de lo percibido. Esto remite al concepto de alienación sensorial propuesto por Benjamin y traduce los modos de consumo y atención que impone la modernidad sobre la experiencia, siendo la teoría del shock la concentración de la temporalidad de la experiencia en un instante. Pupila transmite la información de modo tal que el espectador quede alienado —al igual que la pupila— puesto que no puede ver otra cosa que no sea lo que está adentro (del espacio, de la masa negra o del cráneo), no se perciben otros sentidos, solo las amenazas. Eduardo Basualdo en una entrevista que realizó para el medio Página 12 dijo que “considera que uno de los atributos fundamentales del arte es lograr que demoremos la mirada, que nos detengamos ante esa pieza que nos atrapa”[3]. Benjamin trabaja sobre esta misma idea y menciona la importancia del arte como recogimiento de las masas disipadas, “quien se recoge ante una obra de arte se sumerge en ella y se adentra en esa obra” (1989, p. 53). La propuesta de expectación es inmersiva, se enuncia sobre este movimiento entre la disipación y el recogimiento de las masas, juega con esas dos variables. A su vez, debido a las condiciones en las que se produce la obra: artistas que ponen el cuerpo, el material que el artista moldea en vivo y la magnitud de la puesta; se produce una presencia irrepetible que contiene una actualidad irreproducible que sale al encuentro de cada destinatario. Para volver a montar la misma masa negra se deberán crear condiciones productivas de acuerdo a un espacio nuevo y a otras corporalidades. Asimismo, detrás de este gran espacio, casi a escondidas, aparece una habitación vacía que contiene una puerta con los números que forman un año “1977”. Este espacio liminal remite a un concepto vinculado con mundo”[4]. 

El espectador moderno está acostumbrado al consumo y el estímulo por medio del shock permanente. El cerebro no es un órgano aislado, sino que forma parte de un sistema y responde según las normas que este impone. Los modos de consumo reflejan la propia vida de los sujetos. Desde la perspectiva de Benjamin el sujeto con sus órganos perceptivos, y los objetos en relación al mundo de las cosas no son divisibles entre sí. Es por esto que el espacio y el tiempo histórico organizan las formas de percepción sensorial (1989, p. 23). El número es el aspecto de lo real que retorna a la realidad material como una metáfora, es el año de nacimiento del artista, pero parece que contiene múltiples espacios dentro de uno solo. Esta idea es una vivencia conocida por los espectadores, sobre todo por aquellos vinculados fuertemente a los dispositivos tecnológicos, a las aplicaciones digitales y, en consecuencia, a los conceptos que surgen de ellas.

En conclusión, podemos pensar que Pupila trabaja sobre la multiplicidad y contrapone las nociones de experiencia y vivencia. El vínculo entre la narración y la información se entremezclan para dar paso al surgimiento de una forma de producción artística que reúne temáticas propias del orden público, como por ejemplo la salud mental y la estética fantasmagórica o tecnoestética; a la vez que lo privado y lo individual constituye a las multitudes que recorren los atajos y recovecos propuestos dentro del espacio del museo. Las distintas amenazas que conforman la muestra —la amenaza de la masa negra, la amenaza de los cuerpos, la amenaza hacia los órganos perceptivos— dan lugar a que lo traumático de la modernidad pueda entreverse sobre algunos elementos concretos, es decir, que a través del arte lo real del inconsciente pueda articularse con el mundo y tomar alguna forma: masas negras, amorfas y gigantes que le produzcan un shock al espectador, pupilas alienadas que no puedan percibir otra cosa que no sean los estímulos que hay adentro, backrooms que generen la sensación de soledad aunque hayan otras personas alrededor que recorran en simultáneo la misma instalación, cuerpos atrapados bajo un mismo material o bajo un mismo sistema de cosas, una casa o un estado psíquico en pleno desborde. 

Notas:
[1] Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. (5 de mayo de 2023). Programas Públicos: Charla magistral de Eduardo Basualdo.
[2] Verso extraído del poema “Las multitudes” de Charles Baudelaire. 
[3] Oybin, Marina. (27 de junio de 2023). Eduardo Basualdo presenta “Pupila”. Página 12.

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